
"En los últimos años la inversión en activos de renta fija ha sido bastante rentable. Gracias al eterno apoyo de los programas de compra de deuda de los bancos centrales, se ha conseguido rebajar las primas de riesgo, y hemos visto fondos de renta fija corporativa grado de inversión (ni siquiera high yield) con rentabilidades muy por encima del mágico 2%. Ahora también esto es algo del pasado". Son palabras de Rosa Duce, economista jefe de Deutsche Bank en España.
Si tras la crisis de 2008 los ahorradores conservadores se encontraban con el problema de la búsqueda de rentabilidad, ahora con la debacle que ha provocado el coronavirus esta situación se ha agravado, lo que ha derivado en que, para conseguir apenas un 2% de retorno en activos de deuda, haya que asumir mucho más riesgo.
A este respecto, la pandemia ha vuelto a poner en evidencia una lección que ya debería estar aprendida: la renta fija no es fija. Cabe recordar que este activo se ve impactado, al igual que la bolsa, por diferentes factores como, por ejemplo, los tipos de interés. Por tanto, se generan fluctuaciones en los precios que pueden traducirse en pérdidas o ganancias para el inversor que no se mantenga en el activo hasta el vencimiento.
En este contexto, Rosa Duce recuerda que "las políticas de expansión llevadas a cabo por los bancos centrales se han acelerado con la pandemia y, tras el susto inicial, las primas de riesgo han vuelto a niveles muy bajos. El riesgo ahora a asumir para obtener ese 2% es todavía mayor (deuda emergente, inversión en bolsa...)".
Tras su última reunión, el Banco Central Europeo ha dejado la tasa sobre la facilidad de depósito en el -0,5%, el tipo de interés principal de refinanciación en el 0% y el tipo sobre la marginalidad de crédito en el 0,25%. Por otro lado, el programa de compra de activos contra la pandemia (PEPP) se mantiene en los 1,35 billones de euros con fecha de vencimiento en junio de 2021. Por su parte, la Reserva Federal se ha comprometido a mantener los tipos entre el 0% y el 0,25% por lo menos hasta finales de 2023 e, incluso, ya 2024. Asimismo, seguirá inyectando 120.000 millones de dólares al mes en compra de bonos.
La clave es diversificar
En este punto, la evolución de la pandemia será clave, sobre todo, después de que la segunda ola haya llegado antes de lo esperado. Si la vacuna finalmente llega a finales de 2020, las economías podrían empezar a recuperarse antes de lo previsto (la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos ha mejorado su pronóstico y estima que el PIB mundial se contraerá un 4,5% este año, frente al 6% que preveía en su escenario más optimista anteriormente).
Eso sí, "aunque la economía remonte, los bancos centrales van a tener que seguir comprando deuda para ayudar a los gobiernos a financiar toda la deuda acumulada como resultado de los ingentes programas de apoyo fiscal. La rentabilidad de los activos de renta fija va a seguir congelada", indica Rosa Duce. Ahora mismo, bonos como el español a 10 años ofrece un interés del 0,23%, mientras que el estadounidense, considerado el más seguro, renta un 0,65% en el mismo plazo.
Es más, a principios de agosto, el volumen mundial de deuda en negativo, esto es que los tenedores pagan a los emisores, superó el pico del 9 de marzo, con más de 15,9 billones de dólares, según el índice global de renta fija con rentabilidades negativas de Bloomberg. De hecho, el bund alemán está en el -0,5%.
Esta glaciación del rendimiento, llevará a que los ahorradores busquen esos retornos que no consiguen en la renta fija más conservadora en la bolsa y, por tanto, asuman más riesgo. Y es que no hay que olvidar la amenaza de la inflación, ya que si "sube, entonces literalmente se come los ahorros. Este es el caso de EEUU con una inflación subyacente del 1,7% anual y con unas expectativas de inflación futura por encima del 2% anual. Se necesita obtener de las inversiones más de un 2% para no perder poder adquisitivo", explica la economista jefe de Deutsche Bank en España.
Precisamente, el inversor conservador aspira a batir la inflación, lo mínimo exigible a cualquier inversión. Para ello, suele admitir una exposición del 15% a bolsa, probablemente insuficiente en un momento como el actual. No obstante, "invertir un alto porcentaje de nuestro ahorro en renta variable implica un riesgo que la mayoría de nosotros no debemos asumir", señala Rosa Duce.
Rosa Duce: "Se necesita obtener de las inversiones más de un 2% para no perder poder adquisitivo"
Por tanto, la clave, como en cualquier estrategia de inversión, pasa por no poner todos los huevos en la misma cesta, es decir, invertir de forma diversificada, a nivel global y teniendo muy en cuenta el riesgo. "En Deutsche Bank somos especialistas en inversión y favorecemos la globalización de las carteras con una apuesta por la arquitectura abierta. Ahora mismo dentro del universo de la renta fija existen todavía oportunidades. Una de ellas son los llamados bonos verdes, o lo que es lo mismo, bonos cuyo destino está en inversiones sostenibles. Estos bonos suelen tener mucha menos volatilidad, y una gran liquidez dado que se espera que a medio y largo plazo las empresas emitan cada vez más este tipo de títulos. Para un inversor minorista, lo más fácil para acceder a este tipo de títulos es a través de fondos de inversión que tengan un claro enfoque ESG en su política de inversión. Un ejemplo de ellos sería los fondos DWS Invest ESG Euro Bonds (Short) LC, Candriam SRI Bond Euro C EUR Acc, o el fondo Allianz DMAS SRI 15", recomienda Rosa Duce.