
La sostenibilidad del sistema de pensiones público en España lleva en tela de juicio mucho tiempo y se ha agravado más con la llegada de la pandemia del coronavirus, que ha supuesto un mazazo sin precedentes para las cuentas públicas y el sistema laboral. De hecho, España pasará de dos trabajadores por cada pensionista a poco más de uno en 2050, según las proyecciones de Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF).
Ante las cada vez menos probabilidades de vivir bien de los ingresos públicos para futuras generaciones, la necesidad de complementar la pensión procedente del Estado se hace cada vez más fuerte. Aunque el instrumento más conocido para el ahorro de cara a la jubilación son los planes de pensiones, no son los únicos. Ciertamente, el gran atractivo de este vehículo es su fiscalidad, ya que las aportaciones realizadas ese año reducen la base imponible del IRPF, es decir, Hacienda devuelve parte de lo invertido. Hay un límite para aportar: 8.000 euros o el 30% de la suma de los rendimientos del trabajo y actividades económicas.
No obstante, como recuerdan desde Singular Bank, "la fiscalidad puede cambiar", por lo que esta "no puede ser la primera razón" para elegir un producto u otro. "La primera razón tiene que ser complementar la pensión y para ello hay que usar todas las armas a nuestro alcance", señalan desde el que ha nacido como primer banco privado independiente de España.
Cómo ahorrar para la jubilación
Además de los mencionados planes de pensiones, en los que por cierto es mejor hacer aportaciones periódicas para que el esfuerzo sea gradual y evitar exponerse a cómo estén los mercados en un momento puntual, otras de las alternativas son los planes individuales de ahorro sistemático (PIAS), que cuentan con una rentabilidad mínima asegurada. Su gran ventaja reside en la flexibilidad a la hora de rescatar el dinero. Con un límite de aportación anual de 8.000 euros o 240.000 euros en total, si el ahorrador retira el importa acumulado pasados cinco años, y lo hace como renta vitalicia, los rendimientos estarán exentos de tributar.
En su caso, los planes de previsión asegurado (PPA), también ofrecen una rentabilidad mínima garantizada. Al igual que el plan de pensiones, permiten deducirse hasta 8.000 euros o el 30% de la suma de los rendimientos del trabajo y actividades económicas con las aportaciones.
Por su parte, los fondos de inversión aportan ventajas como su gran liquidez, la gestión profesionalizada y no tienen límites de aportaciones. Además, cubren un amplio espectro de tipos de inversión por lo que pueden adecuarse a diferentes perfiles, desde el inversor más conservador al más agresivo. Asimismo, estos productos tributan cuando se retira el dinero y lo harán por las ganancias o pérdidas que hayan generado.
Otra vía para estructurar el patrimonio de cara al futuro es, dentro de los fondos de inversión, los productos de gestión pasiva, como los fondos indexados o ETF (fondos cotizados). Una de sus fortalezas es que se pueden construir todo tipo de carteras, bien diversificadas y con el nivel de riesgo adecuado. La gestión pasiva suele llevar aparejada menores costes de gestión, si bien no debemos olvidar otras comisiones si accedemos a través de ETF (compraventa, custodia…).
En el caso de tener más de 65 años, uno de los productos que está ganando popularidad son las rentas vitalicias. Son seguros de vida en los que la aseguradora paga una renta periódica hasta el fallecimiento tras la aportación de un dinero inicial por parte del cliente.
Sea cual sea la opción a elegir, uno de los aspectos clave es contar con asesoramiento profesional de cara a planificar la jubilación. A fin de cuentas, si cuando existe un problema de salud acudimos a un especialista, con las finanzas debería ocurrir lo mismo. Por ejemplo, Singular Bank cuenta con un servicio personalizado de asesoramiento patrimonial y otro de gestión discrecional de carteras (Asesoramiento Singular y Gestión Discrecional Singular), que tienen como objetivo ayudar al cliente a alcanzar sus metas financieras.
¿Qué opción es la más interesante? Desde Singular Bank defienden que, "no hay dos clientes iguales. Y, por tanto, no deberíamos hablar de los clientes en plural, sino del cliente en singular. Si cada cliente es distinto, el banco tiene que ser también distinto para cada cliente y buscar la solución financiera que más se adapte a él".