
La contaminación del aire en las ciudades es un problema real y actual que hay que abordar. El estudio publicado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) sitúa a Madrid y su área metropolitana como la zona urbana mayor contaminada por dióxido de nitrógeno (NO2) de Europa lo que implica una mayor mortalidad asociada debido a este aspecto. Si la capital española redujese sus niveles de contaminación del aire a los recomendados por la OMS (10 microgramos por cada metro cúbico) se podrían evitar unas 1.966 muertes. Según datos publicados por el Ayuntamiento de Madrid, durante 2021 se ha llegado alcanzar casi los 41 microgramos por metro cúbico en Plaza Elíptica.
Según el Ministerio para la Transición Ecológica y Reto Demográfico del Gobierno de España, la baja calidad del aire es una de las primeras preocupaciones ambientales de la ciudad. Y no es para menos, ya que causa enfermedades crónicas graves como el asma, problemas cardiovasculares y cáncer de pulmón según datos del Ministerio de Sanidad. De acuerdo con las estimaciones recientes de la Agencia Europea del Medio Ambiente, en 2019 más de 300.000 personas murieron prematuramente en el viejo continente a causa de la contaminación del aire por partículas finas.
Ante este panorama, las administraciones públicas y las empresas privadas deben ponerse manos a la obra ya que estamos hablando de un problema de salud pública, es decir, influye en el bienestar de los habitantes de las ciudades. Según el Ministerio de Sanidad, la calidad del aire "está considerada como uno de los grandes retos sanitarios mundiales". Al mismo tiempo, desde el punto de la salud pública, es importante destacar que la variedad del impacto es variable en los individuos, pero "toda la población está expuesta", sobre todo aquellos que viven en grandes ciudades como Madrid.
A pesar de que Madrid ostenta ese 'récord' de ciudad con el aire más contaminado de Europa, esto no quiere decir que el resto de ciudades estén exentas de la contaminación ambiental. París, Barcelona, Berlín o Roma también sufren esta problemática.
París, por ejemplo, es una ciudad con grandes problemas con la contaminación del aire y, por ello, está llevando a cabo un plan con el objetivo de convertir a la capital gala en una "una ciudad libre de emisiones de carbono, resiliente, inclusiva y 100% renovable" en el año 2050. Por su parte, Barcelona, también tiene un plan de mejora de la calidad del aire con el horizonte puesto en el 2030.
TODOS A UNA: SOLUCIONES
Si nos centramos en los principales problemas de Madrid vemos que, según los últimos datos recientes, el tráfico rodado es el principal causante de la contaminación del aire de la villa y su área metropolitana, con mención especial al vehículo privado al que se le atribuye el 46,9% de las emisiones de óxido de nitrógeno según un artículo publicado por el Ayuntamiento de Madrid en 2019. Tas el sector de "otros medios de transporte", asignado a los ciclos de aterrizaje y despegue del Aeropuerto de Barajas, se encuentran en tercer lugar el sector residencial, comercial e institucional, que se refiere fundamentalmente a los sistemas de climatización no industrial, con el 18,1% de óxidos de nitrógeno (NO2).
En el objetivo 11 de la Agenda 2030 de desarrollo sostenible de la ONU se especifica que hay que convertir las ciudades "en espacios sostenibles, seguros, inclusivos y resilientes". Los datos aportados del Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030 recalcan que las ciudades "ocupan el 3% de la tierra, pero representan entre el 60% y el 80% del consumo de energía y el 75% de las emisiones de carbono".
Por tanto, el ODS marcado para las ciudades, entre otros, es que de aquí a 2030 se posicione el acceso al transporte público asequible y sostenible y la mejora de la seguridad viaria. Al mismo tiempo que se produce una urbanización inclusiva y sostenible; se reduce el impacto ambiental por la generación de desechos y se aumenta el acceso a zonas verdes.
Estos objetivos para reducir la contaminación en las ciudades se materializan a través del Ministerio Para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO) que ha desarrollado el primer Programa Nacional de Control de la Contaminación Atmosférica, que incluye 57 medidas para alcanzar los compromisos establecidos para España en la Directiva de Techos Nacionales de Emisión para 2030, entre las que se encuentran "las medidas de reducción de los precursores del ozono, los óxidos de nitrógeno y los compuestos orgánicos volátiles no metánicos (COVNM)". Además, se ha impulsado un Plan Marco de actuación a corto plazo en caso de episodios de alta contaminación por dióxido de nitrógeno, ozono, óxido de azufre y las micropartículas.
A esto se suma las directrices de creación de Zonas de Bajas Emisiones (ZBE) para mejorar la calidad del aire de las ciudades en colaboración con la Federación Española de Municipios y Provincias. En nuestro país, por ejemplo, ciudades como Sevilla, Valladolid o Valencia, aplican sus Zonas de Bajas Emisiones cuando la contaminación supera los índices establecidos por Salud Pública, pero son temporales. En cambio, urbes más grandes como Madrid y Barcelona, sus ZBE son permanentes.
Concretamente, la ZBE de Madrid se encuentra dentro del proyecto del Ayuntamiento de la capital denominado Madrid 360. Un proyecto que se erige como "una estrategia de sostenibilidad ambiental" que tiene como línea de actuación el fomento del transporte público, con líneas de autobús de cero emisiones y gratuitas, un aumento de 60 kilómetros de los carriles bus y con la vista puesta en que la ZBE de Madrid se expanda desde el centro y Plaza Elíptica a todo el límite municipal de la ciudad en 2024.
A esto se suma una ampliación del servicio de Bicimad con 90 nuevas estaciones y más kilómetros de carriles bici a lo largo de toda la villa. En lo que se refiere a la peatonalización, Madrid 360 tiene como objetivo ampliar las calles peatonales en los 21 distritos de la capital, entre los que destaca el proyecto de humanización del kilómetro cero, es decir, la puerta del Sol.
Todo esto apoyado con ayudas, en gran parte aportadas por los fondos Next Generation de la Unión Europea, para el fomento de la movilidad eléctrica, eliminar las pocas calderas de carbón que quedan y reducir las calderas de gasóleo.
Pero las administraciones públicas no son las únicas que deben arrimar el hombro. Las empresas privadas también tienen que contribuir al desarrollo sostenible y la reducción en la contaminación del aire de las ciudades, apostando por edificios eficientes y de bajas o nulas emisiones
Uno de los aspectos más críticos de esta transición a un futuro más limpio y ecológico es contar con la infraestructura adecuada. Comenzará con los proveedores de energía, es decir, las empresas de servicios públicos tendrán que generar cada vez más electricidad a través de energías renovables como la solar y eólica. A continuación, las redes de transporte tendrán ser capaces de distribuir la energía desde la fuente hasta donde se necesite.
La adopción de vehículos eléctricos desempeñará sin duda un papel fundamental en la mejora de la calidad del aire en las ciudades, y más allá. Sin embargo, será esencial que haya suficientes puntos de recarga de vehículos fiables y rápidos para satisfacer la demanda. Para ello será necesario crear una amplia red de recarga.
Todos estos elementos, son necesarios para apoyar el cambio hacia un futuro más sostenible y requerirán una inversión considerable. Alex Araújo, gestor de infraestructuras en M&G Investments, cree que la creciente atención a las soluciones climáticas ofrece "muchas oportunidades para las inversiones en infraestructuras que pueden ayudar a conseguir el cambio".
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