Deutsche Bank

Por qué la inflación es el principal enemigo de los ahorradores

  • La vida se encarece y, por tanto, se pierde poder adquisitivo

Ya son seis los meses en los que los precios no han dejado de subir en España. El índice de precios de consumo (IPC) aumentó un 0,4% en junio en relación al mes anterior y moderó la subida de su tasa interanual hasta el 2,6%, según los datos del INE. De este modo, la cifra de junio sigue a la subida del 2,7% anual que el IPC se anotó en mayo, mes en el que escaló a su mayor nivel desde febrero de 2017.

Esta subida generalizada de precios está motivada por la reactivación económica. De hecho, el Banco Central Europeo (BCE) ya había advertido de que la recuperación económica vendría acompañada de inflación. Las nuevas expectativas del organismo de subidas de precios se sitúan hasta el 1,9% en 2021 y el 1,5% en 2022, mientras que ha mantenido su previsión de un alza de los precios del 1,4% para 2023. La institución europea tiene como mandato intentar acercar la inflación al 2%, pero nunca sobrepasar este porcentaje.

Eso sí, "tanto el BCE como la Reserva Federal estadounidense (cuyo problema es mayor dado que la inflación en este país está cerca del 5%) han confirmado que esperan que la subida de la inflación sea temporal, dado que es el reflejo de la reapertura, de un efecto base desfavorable, al compararse con un año como 2020 de inflación muy baja, y de la subida de las materias primas. Esperan que la inflación baje a partir de 2022, por lo que están dispuestos a tolerar durante un tiempo cifras de inflación más altas del objetivo", explica Rosa Duce, economista jefe de Deutsche Bank en España.

No obstante, si hay inflación, significa que la vida se encarece y, por tanto, que se pierde poder adquisitivo. Por ello, batir la inflación debería ser una de las prioridades de todo ahorrador. Para muestra, un botón: si el IPC sube un 10% en los próximos años, lo que hoy cuesta 100 euros terminará suponiendo un desembolso de 110 euros.

El mismo efecto se produce sobre los ahorros. Basándose en el mismo ejemplo, si una persona tiene ahorrados 1.000 euros con un repunte de la inflación del 10%, esa cantidad se convertiría en 900 euros. Por tanto, el coste de tener los ahorros parados, es decir de no invertirlos, sería de 100 euros. Es lo que se conoce como rentabilidad real, el resultado de restar al rendimiento nominal de un activo el efecto de la inflación. Cuanto mayor sea ésta, más interés tendrá que ofrecer un producto para que sea rentable.

"Actualmente estamos en una situación llamada represión financiera, que significa que los tipos reales están muy bajos porque, aunque los tipos nominales han subido ligeramente, la inflación también lo ha hecho por lo que al final los tipos reales están en cero o negativos. Esta no es una situación nueva, ya existía antes de la pandemia, pero ahora se ha agravado", apunta Rosa Duce.

La estructura del ahorro español

Como ponen de manifiesto los datos, España continúa siendo un país de ahorradores conservadores. Así, al término de 2020 los hogares españoles acumulaban casi 990.000 millones de euros en depósitos y en efectivo, según el último informe de la Asociación de Instituciones de Inversión Colectiva y Fondos de Pensiones (INVERCO). Una cifra que supone un 8% más que en 2019 y que constituye el 42% del ahorro financiero de las familias, el porcentaje más elevado desde 2013.

La baja o la nula rentabilidad que ofrecen los productos en los que los ciudadanos tienen mayoritariamente su ahorro, como los depósitos, provoca que, una vez descontada la subida de los precios, el interés que se obtiene sea negativo. De ahí que para obtener un rendimiento más atractivo sea necesario asumir algo más de riesgo.

A este respecto, la subida de la inflación acostumbra a ser beneficiosa para la renta variable, ya que suele ir asociada a un crecimiento económico y a un aumento de los beneficios. No obstante, "hay que tener en cuenta que invertir en renta variable conlleva mucho riesgo, y en un momento como el actual, donde los índices han subido ya considerablemente, hay que ser muy riguroso y selectivo, mirar el largo plazo, y no ponerse nervioso en momentos de volatilidad, que sin duda los habrá en los próximos meses", destaca Rosa Duce.

En el caso de la renta fija, la economista jefe de Deutsche Bank en España, recuerda que "las oportunidades actualmente son cada vez más limitadas, dados los bajos tipos de interés, pero todavía puede haber opciones en bonos corporativos, evitando plazos largos, o en bonos emergentes que ofrecen cupones más altos y además suelen tener una baja duración".

Para una inversión que quiera generar rentas, "una alternativa es invertir en una cartera de ETFs, bonos y acciones que generen cupones o dividendos, pero tiene el problema de tener que buscar dichas alternativas nosotros mismos. Por eso, una opción puede ser recurrir a un fondo de fondos invirtiendo en una amplia gama de ETFs (por ejemplo, en activos inmobiliarios, infraestructuras y acciones ordinarias que abonen dividendos), lo que permite diversificar las fuentes de ingresos para tratar que los flujos de rentas futuros sean más previsibles", concluye Rosa Duce.

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