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Criptomonedas: todo lo que hay que saber sobre este arriesgado activo

  • El 60% de los tenedores en España las tiene como vehículo de inversión
  • Entre sus desventajas están la escasa liquidez y la falta de regulación

Bitcoin, ethereum, binance coin, cardano, tether... Y así hasta más de 8.000 son las criptodivisas que existen actualmente en el mundo. Un mercado que ha generado el mismo interés que desconcierto en la sociedad. Según los datos de Crypto.com, el número total de usuarios de criptomonedas a nivel mundial aumentó de 66 millones en mayo de 2020 a 106 millones en enero de 2021, un crecimiento del 60,6% en apenas ocho meses.

En el caso de España, el 9% de la población española usa o posee criptomonedas como el bitcoin, lo que supone unos 4 millones de personas según una encuesta realizada por Statista. Si bien parece una cifra baja, los resultados arrojados por el informe Criptodivisas y el futuro del dinero, publicado por IE University, reflejan que en España el 35% de los encuestados respondió que no tenía monedas virtuales porque no sabía cómo comprarlas. En este contexto, no son pocas las preguntas que hay que responder antes de decidir si invertir o no en este tipo de activo. La primera, y no por ello menos importante, es la más básica: ¿qué es una criptomoneda?

Aunque el terreno para la invención de las monedas virtuales se comenzó a abonar en la década de los años 80, el verdadero boom se produjo hace 13 años. Como explican desde Deutsche Bank, "los conceptos de blockchain (cadena de bloques) y las criptomonedas pasaron a un primer plano en octubre de 2008. Un autor que utilizaba el seudónimo de Satoshi Nakamoto (su identidad real aún se desconoce) publicó un enlace a un documento técnico titulado Bitcoin: un sistema de dinero electrónico de pares. El documento detallaba cómo utilizar una red de pares para generar un sistema de transacciones electrónicas que no dependa de la confianza. En enero de 2009 nació la red del bitcoin, en que Satoshi minó el bloque génesis del bitcoin (bloque cero), que generó una recompensa de 50 bitcoins".

En este sentido, la confianza es el elemento clave del nacimiento de esta tendencia, ya que esta tecnología surgió como una posible solución a la erosión de la confianza en las instituciones tradicionales y los intermediarios en general, ya que supuestamente elimina la necesidad de confianza entre las partes. No es casualidad que surgiera en 2008 con el estallido de la crisis financiera.

El 35% de los españoles no tiene criptodivisas porque no sabe cómo comprarlas

A este respecto, las criptodivisas son monedas virtuales que se basan en la tecnología blockchain o cadena de bloques, es decir, libros digitales que registran las transacciones entre dos partes. Esas transferencias generan un código único a través de sistemas criptográficos que debe ser validado por un tercero, los conocidos como mineros. Su trabajo consiste en descubrir ese código único para validar la transacción, que se registra en libretas virtuales (bloques) accesibles a todo el mundo. Al hacerlo, reciben un pago en dicha divisa, aumentado así el número de monedas en circulación. Este dinero es finito, ya que está estipulado de antemano el número de monedas que se pueden crear.

"En cierto modo, el bitcoin puede considerarse el equivalente digital del oro. Al igual que este metal precioso, el bitcoin es un recurso limitado y debe obtenerse mediante la minería, en este caso virtualmente descifrando unas encriptaciones informáticas especiales. Actualmente se han minado unos 18,5 millones de bitcoins, y quedan menos de 3 millones para entrar en circulación", señalan desde Deutsche Bank.

Qué hay que tener en cuenta

El 60% de los tenedores de criptodivisas en España las tiene como un vehículo de inversión, mientras que solo un 12% las usa específicamente para realizar compras, según el estudio de IE University. La popularidad que está alcanzando este tipo de activo, principalmente entre la población más joven, requiere un ejercicio de formación financiera. Sobre todo, teniendo en cuenta que uno de cada cuatro adolescentes españoles no sabe nada de finanzas, según el último informe PISA, y más de la mitad de los ciudadanos reconoce no tener conocimientos básicos, ni saber distinguir entre el IPC o el PIB.

Una de las ventajas de las criptomonedas es a su vez, un gran inconveniente: es un activo descentralizado, lo que significa que ningún gobierno controla la oferta. En otras palabras, el uso de este activo no cuenta con imposiciones por parte de ninguna institución por lo que no puede actuar sobre él. No obstante, al no estar reguladas, invertir en ellas supone un alto riesgo, ya que no hay garantías y protección similares a las que se aplican en los productos financieros. En esta línea, la custodia de las criptodivisas no está regulada ni supervisada. La pérdida o robo de las claves privadas puede suponer que no haya posibilidad de recuperarlas.

Actualmente se han minado unos 18,5 millones de bitcoins y quedan menos de 3 millones para entrar en circulación

A este respecto, los bancos centrales y los gobiernos de todo el mundo están investigando o experimentando con proyectos piloto sobre qué formas podrían adoptar sus monedas digitales (CBDC, por sus siglas en inglés). De este modo, las CBDC son una forma de dinero digital establecido por las autoridades reguladoras (gobiernos, bancos centrales) como moneda de curso legal.

Por otro lado, "estas criptomonedas son finitas, es decir, hay un número limitado de monedas que pueden emitirse en el futuro, lo que significa que no pueden expandirse aleatoriamente (a diferencia del dinero fiduciario), por lo que se considera que presentan cierta protección intrínseca contra la inflación. La ampliación masiva de los balances de los bancos centrales de todo el mundo tras la crisis financiera mundial y la crisis del coronavirus ha suscitado temores considerables (con razón o sin ella) sobre un posible aumento de la inflación de los precios al consumo, reduciendo el atractivo del dinero tradicional para algunos inversores", indican desde Deutsche Bank.

Entre otras de sus ventajas se encuentran que son muy seguras por lo que es casi imposible falsificarlas; no hay intermediarios en la transacción, solo la interacción entre usuario inicial y final; se pueden enviar a cualquier persona prácticamente al instante y sin apenas coste, siendo un gran aliciente para el envío de dinero internacional; o que el propietario de la criptodivisa es el único que la controla.

No obstante, existen también muchos argumentos de peso en su contra. Por ejemplo, como explican desde Deutsche Bank, "la reducida liquidez: existen cantidades limitadas disponibles para comprar o vender. La acumulación de bitcoins por parte de algunos inversores institucionales ha pasado a ser problemática en sí misma, exacerbando los problemas asociados a ajustar una oferta fija con la demanda, especialmente en tiempos de crisis, lo que aumenta la probabilidad de grandes fluctuaciones de precios".

Esta volatilidad puede suponer, incluso, la pérdida total de la inversión. No en vano, el pasado mes de abril el bitcoin tocó su valor más alto, en los 63.410 dólares. Desde entonces su precio ha caído casi un 40%. Además, "la información es de mala calidad. Es difícil conseguir incluso datos básicos como un volumen de negociación correcto, las medidas de valoración no están generalmente comprobadas y raramente se publican en revistas arbitradas", añaden desde la entidad.

Deutsche Bank: "La acumulación de bitcoins por parte de algunos inversores institucionales ha pasado a ser problemática en sí misma"

Otros aspectos que no pueden obviarse es que la cadena de bloques, requiere una computación intensiva y un gran consumo de energía. "Algunos estudios muestran que el proceso de minería consume más energía que la extracción mineral de cobre, aluminio u oro para producir un valor de mercado equivalente. En el caso del bitcoin, el consumo de energía ha aumentado drásticamente a lo largo de los años y actualmente es de la misma magnitud que el consumo de electricidad anual de países enteros", destacan desde Deutsche Bank.

Asimismo, las criptomonedas están aún lejos, de momento, de ser una clase de activos de uso corriente. Pese a que existen desde hace más de una década, la aceptación de las criptodivisas como medio de pago es aún muy limitada. Es más, el número de transacciones que una cadena de bloques puede soportar es muy limitado en comparación con los sistemas centralizados más extendidos como, por ejemplo, Visa.

"A diferencia de los proyectos planeados de CBDC, las criptomonedas son emitidas por empresas privadas y pueden tener diferentes modelos de negocio –que no se limitan a una moneda–, pero con tecnologías subyacentes similares (registros distribuidos, normalmente blockchain). Muchas de estas monedas son tokens o vales digitales sin ningún respaldo o valor intrínseco. Mientras que aún no existe un marco normativo para estos activos digitales en la mayoría de países, muchos gobiernos son además claramente escépticos acerca de su uso", concluyen desde Deutsche Bank.

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